11 de octubre, 2012.
El Agosto pasado tuve 6 dias de vacaciones por Ramadan,
Idul Fitri es la celebración del último día de esta festividad que se prolonga
por 1 mes.
Me fui de vacaciones a Lombok con mis dos compañeros de
trabajo y un amigo de uno de ellos.
Lombok es una isla situada en frente de Bali que se
caracteriza por su tranquilidad y playas no tan populares. 80% de la población
es musulmana. Se puede surfear, practicar snorkel y nadar. Yo no hice ninguna
de esas opciones. Mis dias trancurrieron en bici, caminando por la orilla de
las playas, tomando sol tirada en la arena o las reposeras al mejor estilo
lagarto. Mi proposito era estar bien bronceada en 6 dias, y lo logré!
El primer día de playa encontré a una mujer inglesa de
unos 40 años, maestra de inglés en Korea junto a su marido. De origen turco,
muy simpática, me contó un poco de la vida y el trabajo en este país asiático
que no para de crecer y crecer. Luego encontré una pareja de argentinos que vivían
en Italia y adoptaron a una pequeñita negra en Africa. Esa nenita fue la
sensación de la tarde. Ella irradiaba felicidad e inocencia.
Encontramos un restaurant que estaba siempre vacio pero
la comida era buena, el pollo a la Cordon Blue daba de que hablar.
A la nochecita refrescaba un poco y la brisa fresca fue sinónimo
de spare time y de una cerveza. Son esas pequeñas cosas que hacen la diferencia
con la rutina de Surabaya donde el calor te aplasta. Los bares/resto están
ubicados en la playa donde hay reposeras y sombrillas de paja. Una noche me
quedé observando como pescaban los hombres de la isla, llevando un farol y una
red circular. Desde la orilla se ven lucecitas desperdigadas en el mar como si
fueran luciernagas. Hacia el norte suena una música lejana y los fuegos
artificiales apaciguan las luces de las estrellas y la luna. La arena es gruesa
y blanca, cada grano de arena es como una semilla de amapola.
Un día decidimos pasar el día en la playa más cercana al
pueblo y no crean que por esto es la más concurrida. Ya dije que Lombok es paz
y soledad.
Una vez elegido el point para pasar el día tomamos unas
reposeras y pedimos comida en un warun que estaba a unos metros. La comida
tardó años como todo en Indonesia. Pasado el medio dia abrió el warun que
teníamos al otro lado y la música empezó a sonar.
Entre siestas bajo el sol, lectura e idas y venidas al
mar transcurrió la tarde con esa sensación que da la playa y solo podemos
comprenderla los amantes del mar y la arena.
Próximo a la caída del sol, es decir cinco y media de la
tarde, el ambiente se vio invadido de un clásico de clásicos. Progresivamente
la melodia se mezclaba con los sonidos del mar y las aves. Los bajos y las
voces de los coros tuvieron una connotación diferente en un paisaje de marea
baja donde la planta de mis pies sintieron el sutil y continuo dolor que
generan las piedras y conchillas que emergieron con la retirada del mar. El
agua es cálida y de un moviemiento perezoso. Los rayos del sol producen
chispeos sobre la orilla.