29 de Octubre, 2012.
El titulo de este post es solo para recorder el tema de
Charly. En esta oportunidad fuimos en tren y volvimos en bondi.
El fin de semana pasado fue feriado nacional, 3 dias de
relax por Idul Lama, una celebración musulmana donde sacrifican una vaca y se
reparte entre los miembros de la comunidad.
Fui por tercera vez a Jogja, esta vez acompañando a
Claudio. Tomamos el tren Argo Willis por la mañana y en 5 horas nos
encontrabamos en el corazón de la ciudad. Nos hospedamos en el hotel musulmán
“Blue Safir” con baño ‘western’ donde todos creen que somos la pareja latina
más feliz de Indonesia. Somos felices pero no pareja. El primer día nos
dirijimos al templo Prambanan en el autobus público. En menos de una hora
llegamos y gracias a nuestra KITAS (permiso de trabajo) abonamos 30,000 rupias
(unos 3 usd).
Este templo fue afectado por el movimiento sísmico de 5
puntos y alguito en el año 2009 por lo tanto se encuentra en reconstrucción. Estar
nuevamente ahí inevitablemente recordé a Anna y nuestra primer visita juntas,
sus quejas, su tono de voz nervioso, la veloz seguidilla de palabras que salían
de su boca. Anna, siempre en el recuerdo.
Al volver en el autobus conocimos un señor de unos
setenta y pico junto a su mujer indonesa y cruzamos algunas palabras. Claudio
comenzó a hablar con un niño de unos 3 años llamado Bima, muy extrovertido y
carismático. La gente local siempre quiere intercambiar algunas palabras con
nosotros, saber de donde somos, que religión profesamos, porque no estamos
casados y no tenemos hijos y si cabe la oportunidad te hablan de algún hijo o
hija que tienen para presentarte.
Al día siguiente fuimos a ver una exposición de Batik de
artistas de la zona. Subimos una escalera hasta un primer piso y yo llevaba una
pequeña flor en la oreja que llamó la atención al Guru del batik que esparaba
en la entrada. Estrechamos nuestras manos y nos presentamos y ahi comenzó todo
el galanterio de Adi. Su Mirada profunda recorrió todo mi cuerpo mientras le
decía a Claudio que cuando ya no me quisiera más él me agarraba para hacerme
suya. En ningún momento tuve intención de aclarar la situación y Claudito se
reía. Nos ofreció té caliente a pesar del calor insoportable del medio dia y
entre alago y alago nos mostró gran parte de las obras. Estuvimos a punto de
comprar dos creyendo que el precio que nos ofrecia era en rupias. Fue una
decepción saber que eran dolares. Nos fuimos a tomar el auto que nos llevaría a
Borobudur. En este viaje conocí a Paloma la española que vive en Indonesia hace
más de 25 años, fuimos con mi mi amigo Gofar y un amigo de él hasta la playa
más cercana en moto y a la vuelta paramos a comer en el warung más lindo de
Jogya. Es lo bueno de tener amigos locales y te saquen a pasear para descubrir
esos riconcitos únicos de la ciudad.
Sin embargo, este post es para hablar de nuestro viaje de
retorno. La idea original era volver en avión y estar en casita alrededor de
las 8 pm y eso nunca sucedió. Al llegar al aeropuerto nuestro vuelo estaba
cancelado y muy amablemente un pibe de unos veintipico de años se dirigió hacia
mi y pronunció las siguientes palabras:
-Miss Luciana?
-Yes.
Your flight was cancelled.
-What???
Aquí comenzó el circuito entre la ventanilla de la
empresa aérea y la oficina principal donde reclamé hablar directamente con el
supervisor o cualquier persona que se comunique en inglés. Voy a resumir que
tuvimos que volver en un autobus por un poco menos de 4 usd. La empresa nos
devolvió el dinero del ticket aéreo y nos remuneró con algo más que 10 usd.
El viaje que debía durar 1 hora en avión se prolongo a
8-9 hs en autobus … yes !!! y sin baño y ninguna parada.
Nos acomadamos en una fila de 3 asientos de los cuales
Claudio ocupó dos y medio. El bus se llenó y comenzó a dar vueltas alrededor de
la estación (esta maniobra nunca la comprendi como otras tantas cosas que no
logro entender durante mi estadia en Indonesia, así que no me preocupé
demasiado).
Pensé - mi objetivo es llegar a Surabaya como sea y asi
fue.
Una vez en la ruta fuimos parando por diferentes lugares
donde subía más y más gente hasta el punto en que el pasillo de unos 50cm se
colmó de gente parada, con bolsas, cajas y cajitas. La gente se acomodaba como
podía y cuando lograban encontrar una posición y dormitarse por unos minutos,
el bus hacia una nueva parada y todos se reacomodaban cada vez más apretujados.
Habia un guarda en la puerta delantera abierta, medio cuerpo afuera gritando -Surabaya-
; el chofer fumaba con la ventanilla abierta mientras escuchaba una estridente
música disco y un segundo guarda atravesaba el pasillo cada vez que subía un
pasajero y debía cobrarle el boleto. Las tarifas variaban entre 15,000 y 30,000
rupias (1.5 – 3.0 usd).
Pobre tipo era una
odisea ir y venir esquivando gente, bultos, estirando las piernas para no pisar
pies, apoyando a todos y todas diciendo “permisi”.
Yo me sentí
afortunada por tener un asiento y sufrir esta incomodidad solo una vez, una
ida. Pensé en esa aglomeración de gente y su rutina dominguera tomando el bus
que los llevaba de sus pueblos a la ciudad seguramente donde trabajan durante
la semana. Los miré, observé cada detalle de sus ropas, su contextura y sus
ojos. Había un chico jóven con una camperita bomber simil cuero muy fea y su mochilita
negra. Otro con muchos tatuajes en los brazos. La mayoría en sandalias u
ojotas. Son muy delgados, las manos huesudas con sus celulares. Tienen un olor
entre transpiración y humedad. La mayoría eran hombres. Con jeans skinny y
detalles de bordados y tachas. Es domingo y todos queremos llegar a Surabaya.
Esa musiquita disco me quema la cabeza. Ya me acostumbré a tener al lado de mi
cara el culo de otro pasajero, me apoyo, se me caen los parpados.
LA PAREJA LATINA MAS FELIZ !!!
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