domingo, 27 de enero de 2013

No voy en tren voy en avión


29 de Octubre, 2012.



El titulo de este post es solo para recorder el tema de Charly. En esta oportunidad fuimos en tren y volvimos en bondi.
El fin de semana pasado fue feriado nacional, 3 dias de relax por Idul Lama, una celebración musulmana donde sacrifican una vaca y se reparte entre los miembros de la comunidad.
Fui por tercera vez a Jogja, esta vez acompañando a Claudio. Tomamos el tren Argo Willis por la mañana y en 5 horas nos encontrabamos en el corazón de la ciudad. Nos hospedamos en el hotel musulmán “Blue Safir” con baño ‘western’ donde todos creen que somos la pareja latina más feliz de Indonesia. Somos felices pero no pareja. El primer día nos dirijimos al templo Prambanan en el autobus público. En menos de una hora llegamos y gracias a nuestra KITAS (permiso de trabajo) abonamos 30,000 rupias (unos 3 usd).
Este templo fue afectado por el movimiento sísmico de 5 puntos y alguito en el año 2009 por lo tanto se encuentra en reconstrucción. Estar nuevamente ahí inevitablemente recordé a Anna y nuestra primer visita juntas, sus quejas, su tono de voz nervioso, la veloz seguidilla de palabras que salían de su boca. Anna, siempre en el recuerdo.
Al volver en el autobus conocimos un señor de unos setenta y pico junto a su mujer indonesa y cruzamos algunas palabras. Claudio comenzó a hablar con un niño de unos 3 años llamado Bima, muy extrovertido y carismático. La gente local siempre quiere intercambiar algunas palabras con nosotros, saber de donde somos, que religión profesamos, porque no estamos casados y no tenemos hijos y si cabe la oportunidad te hablan de algún hijo o hija que tienen para presentarte.
Al día siguiente fuimos a ver una exposición de Batik de artistas de la zona. Subimos una escalera hasta un primer piso y yo llevaba una pequeña flor en la oreja que llamó la atención al Guru del batik que esparaba en la entrada. Estrechamos nuestras manos y nos presentamos y ahi comenzó todo el galanterio de Adi. Su Mirada profunda recorrió todo mi cuerpo mientras le decía a Claudio que cuando ya no me quisiera más él me agarraba para hacerme suya. En ningún momento tuve intención de aclarar la situación y Claudito se reía. Nos ofreció té caliente a pesar del calor insoportable del medio dia y entre alago y alago nos mostró gran parte de las obras. Estuvimos a punto de comprar dos creyendo que el precio que nos ofrecia era en rupias. Fue una decepción saber que eran dolares. Nos fuimos a tomar el auto que nos llevaría a Borobudur. En este viaje conocí a Paloma la española que vive en Indonesia hace más de 25 años, fuimos con mi mi amigo Gofar y un amigo de él hasta la playa más cercana en moto y a la vuelta paramos a comer en el warung más lindo de Jogya. Es lo bueno de tener amigos locales y te saquen a pasear para descubrir esos riconcitos únicos de la ciudad.
Sin embargo, este post es para hablar de nuestro viaje de retorno. La idea original era volver en avión y estar en casita alrededor de las 8 pm y eso nunca sucedió. Al llegar al aeropuerto nuestro vuelo estaba cancelado y muy amablemente un pibe de unos veintipico de años se dirigió hacia mi y pronunció las siguientes palabras:
-Miss Luciana?
-Yes.
Your flight was cancelled.
-What???
Aquí comenzó el circuito entre la ventanilla de la empresa aérea y la oficina principal donde reclamé hablar directamente con el supervisor o cualquier persona que se comunique en inglés. Voy a resumir que tuvimos que volver en un autobus por un poco menos de 4 usd. La empresa nos devolvió el dinero del ticket aéreo y nos remuneró con algo más que 10 usd.
El viaje que debía durar 1 hora en avión se prolongo a 8-9 hs en autobus … yes !!! y sin baño y ninguna parada.
Nos acomadamos en una fila de 3 asientos de los cuales Claudio ocupó dos y medio. El bus se llenó y comenzó a dar vueltas alrededor de la estación (esta maniobra nunca la comprendi como otras tantas cosas que no logro entender durante mi estadia en Indonesia, así que no me preocupé demasiado).
Pensé - mi objetivo es llegar a Surabaya como sea y asi fue.
Una vez en la ruta fuimos parando por diferentes lugares donde subía más y más gente hasta el punto en que el pasillo de unos 50cm se colmó de gente parada, con bolsas, cajas y cajitas. La gente se acomodaba como podía y cuando lograban encontrar una posición y dormitarse por unos minutos, el bus hacia una nueva parada y todos se reacomodaban cada vez más apretujados. Habia un guarda en la puerta delantera abierta, medio cuerpo afuera gritando -Surabaya- ; el chofer fumaba con la ventanilla abierta mientras escuchaba una estridente música disco y un segundo guarda atravesaba el pasillo cada vez que subía un pasajero y debía cobrarle el boleto. Las tarifas variaban entre 15,000 y 30,000 rupias (1.5 – 3.0 usd).
 Pobre tipo era una odisea ir y venir esquivando gente, bultos, estirando las piernas para no pisar pies, apoyando a todos y todas diciendo “permisi”.
 Yo me sentí afortunada por tener un asiento y sufrir esta incomodidad solo una vez, una ida. Pensé en esa aglomeración de gente y su rutina dominguera tomando el bus que los llevaba de sus pueblos a la ciudad seguramente donde trabajan durante la semana. Los miré, observé cada detalle de sus ropas, su contextura y sus ojos. Había un chico jóven con una camperita bomber simil cuero muy fea y su mochilita negra. Otro con muchos tatuajes en los brazos. La mayoría en sandalias u ojotas. Son muy delgados, las manos huesudas con sus celulares. Tienen un olor entre transpiración y humedad. La mayoría eran hombres. Con jeans skinny y detalles de bordados y tachas. Es domingo y todos queremos llegar a Surabaya. Esa musiquita disco me quema la cabeza. Ya me acostumbré a tener al lado de mi cara el culo de otro pasajero, me apoyo, se me caen los parpados.





 LA PAREJA LATINA MAS FELIZ !!!



MI AMIGO GOFAR Y YO.

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